Promesa de Jesús
"JESUS YO CONFIO EN TI"
Promesa de Jesús.
1. Nuestro Misericordiosísimo Redentor, después de conquistar la salvación del linaje humano en el madero de la Cruz y antes de su ascensión al Padre desde este mundo, dijo a sus apóstoles y discípulos, acongojados de su partida, para consolarles: «Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Voz dulcísima, prenda de toda esperanza y seguridad; esta voz, venerables hermanos, viene a la memoria fácilmente cuantas veces contemplamos desde esta elevada cumbre la universal familia de los hombres, de tantos males y miserias trabajada, y aun la Iglesia, de tantas impugnaciones sin tregua y de tantas asechanzas oprimida.
(Encíclica “Miserentissimus Redemptor”)
Comentario:
El Señor Jesús nos ha hecho una promesa que fielmente mantendrá porque es Dios. La promesa es de quedarse con nosotros hasta el fin del mundo.
Jesús ha subido al Cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre. Pero Jesús también se ha querido quedar misteriosamente en la Eucaristía, que es su mismo Corazón.
Dios está en todas partes, y Jesús, como Dios que es, está en todas partes. Pero como hombre, Jesús está en la hostia consagrada y en el Cielo.
El Sacratísimo Corazón de Jesús no nos abandona, y basta que vayamos a algún sagrario de la tierra, para encontrar el alivio a nuestras cargas, y el consuelo que nos da el Corazón de Cristo.
Dios cumple sus promesas, tengámoslo presente para cuando la oscuridad cubra el mundo y nuestras almas; para cuando la tentación quiera morder nuestro corazón y hacernos dudar de que Jesús cuida y cuidará siempre de nosotros, sus hijos.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
(Encíclica “Miserentissimus Redemptor”)
Comentario:
El Señor Jesús nos ha hecho una promesa que fielmente mantendrá porque es Dios. La promesa es de quedarse con nosotros hasta el fin del mundo.
Jesús ha subido al Cielo, y está sentado a la derecha de Dios Padre. Pero Jesús también se ha querido quedar misteriosamente en la Eucaristía, que es su mismo Corazón.
Dios está en todas partes, y Jesús, como Dios que es, está en todas partes. Pero como hombre, Jesús está en la hostia consagrada y en el Cielo.
El Sacratísimo Corazón de Jesús no nos abandona, y basta que vayamos a algún sagrario de la tierra, para encontrar el alivio a nuestras cargas, y el consuelo que nos da el Corazón de Cristo.
Dios cumple sus promesas, tengámoslo presente para cuando la oscuridad cubra el mundo y nuestras almas; para cuando la tentación quiera morder nuestro corazón y hacernos dudar de que Jesús cuida y cuidará siempre de nosotros, sus hijos.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
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