Quince minutos con Jesús Misericordioso

"JESUS YO CONFIO EN TI"

Quince minutos con Jesús Misericordioso

Nos cuesta creer en tu bondad. 
Jesús Misericordioso a veces a los hombres nos cuesta creer en tu bondad, ya sea porque vemos todo el mal que hay a nuestro alrededor y que a veces nos afecta, o afecta a quienes amamos, y pensamos que Dios, Tú, no nos amas tanto, o incluso que nos castigas, y algunos hasta piensan que son odiados de Ti.
Tenemos que darnos cuenta, Jesús mío, que ésta es una maniobra hábil del demonio para llevarnos a la rebelión hacia Ti, hacia tu Providencia. Porque en realidad el mal no puede venirnos nunca de Ti, sino que el mal viene del pecado y del Maligno, autor de todo mal. Y Tú a veces lo permites pero siempre por amor, nunca por odio hacia nosotros, sino todo lo contrario. Y si no nos damos cuenta que es así, en el transcurso de esta vida terrena, lo veremos claramente cuando estemos en la eternidad.
Por eso ¡qué importante es que ya desde ahora mismo confiemos ciegamente en Ti, en tu Bondad infinita y constante hacia nosotros! Si nos sucede cualquier cosa, debemos saber ver tu mano misericordiosa en ello.
Y ahora me viene al recuerdo unas palabras que dijiste a María Valtorta, que son muy verdaderas, y aquí las quiero copiar para tenerlas siempre presente en mi vida:
Dice Jesús:
“Uno de los secretos para alcanzar la santidad es éste: no desviar nunca la mente de un pensamiento que debe regir toda la vida: Dios. El pensamiento de Dios debe ser como la nota sobre la cual todo el canto del alma se entona.
¿Has visto cómo hacen los artistas? Se mueven, van, vienen, parece que no miren abajo del escenario. Pero, en realidad, no pierden nunca de vista al maestro de música que les marca el tiempo. También el alma, para no equivocarse y para no distraerse –lo que le haría equivocarse– debe tener el ojo del alma siempre fijo en Dios. Hablar, trabajar, caminar, pero el ojo mental no debe perder de vista a Dios.
Segundo punto para alcanzar la santidad: no perder nunca la fe en el Señor. Cualquier cosa que suceda, creer que sucede por bondad de Dios. Si es algo penoso, incluso malo, y por ello querido por fuerzas extrañas a Dios, pensar que Dios lo permite por bondad.
Las almas que saben ver a Dios en cualquier lugar, saben también cambiar todas las cosas en moneda eterna. Las cosas malas son monedas fuera de curso. Pero si las sabéis tratar como se debe, éstas se hacen legales y os adquieren el Reino eterno.
Está en vosotros hacer bueno lo que no es bueno; hacer de las pruebas, tentaciones, desgracias –que arruinan completamente a las almas ya derrumbantes– puntales y fundamentos para edificar el templo que no muere. El templo de Dios en vosotros en el presente, el templo de la bienaventuranza en el futuro, en mi Reino”.

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