Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,"La Divina Misericordia en mi alma", con comentario
442 En una ocasión, cuando mi confesor [175] celebraba la Santa Misa, como siempre vi al Niño Jesús en el altar desde el momento del ofertorio. Pero un momento antes de la elevación el sacerdote desapareció y se quedó Jesús y cuando llegó el momento de la elevación Jesús tomó en sus manitas la Hostia y el Cáliz y los levantó juntos y miró hacia el cielo y un momento después vi otra vez a mi confesor y pregunté al Niño Jesús dónde estaba el sacerdote mientras no lo veía. Y Jesús me contestó: En Mi Corazón. Sin embargo no pude comprender nada más de aquellas palabras de Jesús.
Comentario:
Cuando el sacerdote celebra la Misa lo hace en persona de Cristo, es decir, que es el mismo Cristo el que celebra la Misa. Por eso aquí vemos que en el momento más importante de la celebración, el sacerdote desaparece y queda solo Jesús, que se ofrece al Padre eterno. Debemos rezar mucho por los sacerdotes, pues hoy algunos, tal vez muchos, celebran la Misa sin estar bien dispuestos, ya sea porque están en pecado, o porque hacen este acto sublime por rutina y participan solo materialmente de la Misa pero no son víctimas unidas a la Víctima que se ofrece. Nosotros, los Apóstoles de la Divina Misericordia, tenemos que rezar y ofrecernos por la santificación de los sacerdotes, pues a través de ellos es que fluye la Misericordia de Dios al mundo.
Jesús, en Vos confío.

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