Amor en vez de temor
"JESUS YO CONFIO EN TI"
Amor en vez de temor
Jesús Misericordioso, amor de mis amores, hoy quiero pedirte algo importante: la gracia de amarte más que temerte. Porque a veces tengo miedo de ti y de los castigos eternos, es decir, del Infierno. Y esto está bien, porque como dice San Ignacio de Loyola: “Si del amor del Señor me olvidare, al menos que por temor a los castigos vuelva a cumplir los mandamientos”. Pero yo quiero pedirte Jesús expulsar de mí todo temor servil y dar lugar al amor a ti, Señor. Porque el amor es más perfecto que el temor, y tú quieres que yo te ame con todas mis fuerzas y que ya no tenga miedo de ti, y que mi único temor sea el de ofenderte por lo bueno que eres y porque te causaría dolor.
Jesús, quiero amarte con todo mi corazón y confiar ciegamente en tu bondad infinita. Desde hoy me pongo bajo los rayos divinos de tu misericordia, y no quiero salir de su amparo hasta que me presente ante ti en el día de mi muerte, con un corazón ardiente de amor por ti.
¡Bendito seas Señor, porque eres la misma Bondad, y porque me amas infinitamente y quieres que yo sea bueno como eres tú!
Jesús, ayúdame a expulsar este miedo
Jesús Misericordioso, amor de mis amores, hoy quiero pedirte algo importante: la gracia de amarte más que temerte. Porque a veces tengo miedo de ti y de los castigos eternos, es decir, del Infierno. Y esto está bien, porque como dice San Ignacio de Loyola: “Si del amor del Señor me olvidare, al menos que por temor a los castigos vuelva a cumplir los mandamientos”. Pero yo quiero pedirte Jesús expulsar de mí todo temor servil y dar lugar al amor a ti, Señor. Porque el amor es más perfecto que el temor, y tú quieres que yo te ame con todas mis fuerzas y que ya no tenga miedo de ti, y que mi único temor sea el de ofenderte por lo bueno que eres y porque te causaría dolor.
Jesús, quiero amarte con todo mi corazón y confiar ciegamente en tu bondad infinita. Desde hoy me pongo bajo los rayos divinos de tu misericordia, y no quiero salir de su amparo hasta que me presente ante ti en el día de mi muerte, con un corazón ardiente de amor por ti.
¡Bendito seas Señor, porque eres la misma Bondad, y porque me amas infinitamente y quieres que yo sea bueno como eres tú!
Jesús, ayúdame a expulsar este miedo
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