Todos necesitamos la Misericordia de Dios.
"JESUS YO CONFIO EN TI"
Todos necesitamos la Misericordia de Dios.
Los espíritus más puros son ante Dios como una nada. Por eso nunca nos creamos muy santos o puros, porque ante Dios, somos una nada.
En cambio invoquemos sobre nosotros su misericordia infinita, que es lo que nos salva, porque en justicia nadie se salva. Ninguno se salva por las buenas obras ni por los méritos, sino solo por la Misericordia de Dios.
Las obras y los méritos pueden dar el grado de gloria que tendremos en el Cielo, pero la salvación nos viene como puro regalo de Dios, a través de su infinita Misericordia que ha tenido compasión de nosotros los hombres.
Aprovechemos cada falta, cada pecado que cometemos, para humillarnos y pedir misericordia a Dios, porque esto agrada mucho al Señor, y tanto le gusta, que nos colma de gracias y dones por encima de lo que esperamos.
Si no pecamos, demos gracias a Dios, porque el mayor mérito es de Él, que no nos deja caer; y si pecamos, humillémonos profundamente ante el Señor, y saldremos favorecidos.
Es decir que todo nos debe servir para aumentar en el amor a Dios, tanto la vida santa como los pecados.
¿Qué se diría de un niño que está aprendiendo a caminar y que cuando cae en tierra no se quisiera levantar? Diríamos que nunca aprenderá a caminar.
Pues así sucede con el alma que va a los tumbos, cayendo de vez en cuando en el pecado, o muy seguido, pero que debe levantarse. Y como el niño que la madre levanta y cubre de besos y cura las nanas que se hizo al caer, así Dios nos cura a nosotros con su perdón y Misericordia cada vez que caemos. Con el tiempo lo haremos mejor. No hay que desanimarse jamás.
Jesús, en Vos confío.
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