Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,



Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,"La Divina Misericordia en mi alma", con comentario
473 Cuando nuestro confesor [179] estaba ausente, yo me confesaba con el arzobispo [180]. Al descubrirle mi alma, recibí esta respuesta: Hija mía, ármate de mucha paciencia, si estas cosas vienen de Dios, tarde o temprano, se realizarán y te digo estar completamente tranquila. Yo, hija mía, te entiendo bien en estas cosas; y ahora, en cuanto al abandono de la Congregación y la idea de [fundar] otra, ni siquiera pienses en esto, ya que seria una grave tentación interior. Terminada la confesión, le dije a Jesús: ¿Por qué me mandas hacer estas cosas y no me das la posibilidad de cumplirlas? De repente, después de la Santa Comunión vi al Señor Jesús en la misma capilla en la que me había confesado, con el mismo aspecto con el que está pintado en esta imagen; el Señor me dijo: No estés triste, le haré comprender las cosas que exijo de ti. Cuando salíamos, (196) el arzobispo estaba muy ocupado pero nos dijo volver y esperar un momento. Cuando entramos otra vez en la capilla, oí en el alma estas palabras: Dile lo que has visto en esta capilla. En aquel momento entró el arzobispo y preguntó si no teníamos nada que decirle. Sin embargo, aunque tenía la orden de hablar, no pude porque estaba en compañía de una de las hermanas.
Todavía una palabra sobre la confesión: Impetrar la misericordia para el mundo, es una idea grande y bella, ruegue mucho, hermana, por la misericordia para los pecadores, pero hágalo en su propio convento.
Comentario:
Nos quedaremos con las palabras que pronunció este sacerdote: “Si estas cosas vienen de Dios, tarde o temprano, se realizarán”. Por eso nosotros, los Apóstoles de la Misericordia, tenemos que poner todo el empeño en extender la Misericordia de Dios por todas partes, sabiendo que el Milagro de la Divina Misericordia vendrá sobre el mundo antes o después, y que Dios se compadecerá de este pobre mundo que va a la deriva. Sabiendo esto, es decir, que el triunfo es de Cristo y que la Misericordia triunfará, ¡qué confianza debemos tener en nuestro apostolado, sabiendo que lo que hacemos, poco o mucho, ayudará a lograr este fin! Hay que trabajar como si todo dependiera de nosotros, pero sabiendo que todo en definitiva depende de Dios. Rezar mucho para que Dios intervenga, especialmente con la coronilla, que no debemos limitarnos a rezar solo una por día, sino las que más podamos, pues este mundo, hoy más que nunca, necesita de la Divina Misericordia.
Jesús, en Vos confío

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