Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,



Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,"La Divina Misericordia en mi alma", con comentario
474 El día siguiente, viernes 13 XI 1935.
Por la tarde, estando yo en mi celda, vi al ángel, ejecutor de la ira de Dios. Tenía una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la nube salía rayos y relámpagos e iban a las manos y de su mano salían y alcanzaban la tierra. Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la tierra y especialmente cierto lugar, por justos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero mi súplica era nada comparada con la ira de Dios. En aquel momento vi a la Santísima Trinidad. La grandeza de su Majestad me penetró profundamente y no me atreví a repetir la plegaria. En aquel mismo instante sentí en mi alma la fuerza de la gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme cuenta de esta gracia, en el mismo momento fui raptada delante del trono de Dios. Oh, qué grande es el Señor y Dios nuestro e inconcebible su santidad. No trataré de describir esta grandeza porque dentro de poco la veremos todos, tal como es. Me puse a rogar (197) a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro de mí.
475 Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados. Nunca antes había rogado con tal potencia interior como entonces. Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros.
Comentario:
Son las oraciones de la Coronilla de la Misericordia, que tanta eficacia tiene para detener la justa mano de Dios. Por eso nosotros, los Apóstoles de la Divina Misericordia no debemos contentarnos con rezar la coronilla diaria a que nos hemos comprometido, sino que tenemos que intentar rezar más coronillas, porque hoy más que nunca Dios quiere castigar a este mundo que ha tocado el fondo de los pecados, especialmente de los impuros, y el castigo ya está a las puertas. Todavía podemos detener la justa mano de Dios, si rezamos esta coronilla, para que tengamos tiempo de convertirnos y hacer penitencia. En esta tarea tenemos como ayuda a nuestra Madre del Cielo, que es la Omnipotencia Suplicante. Por eso, cuando recemos la coronilla, hagámoslo junto a María, y así tendrá una mayor eficacia.
Jesús, en Vos confío.

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